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SEÑOR, ¿POR QUÉ NO BAJAS?
Antonio Álvarez Bürger
Señor, ¿qué sucede que no bajas?
Te envié mensajes temprano
por la mañana, en una gran hoja inmaculada.
(era un día de lluvia de este invierno)
¿Por qué no bajas y te rebelas
contra el hombre que te ha creado,
si estás en tu derecho?
Mi abuelo, que por años enterrara
cuerpos en el cementerio,
no tiene hoy donde caerse muerto;
y mis padres y mis hijos
y mi pueblo bendito corriendo
como locos tras esa luz que juega
a encenderse, y desaparece.
Señor, ¿por qué no bajas?
Aproveché otra tragedia para llamarte.
(la lluvia es cómplice de la tristeza)
¿Cuál es la vida y cuál es la muerte?
Tú dices una cosa; el hombre, otra.
Perdóname, Señor, pero no entiendo.
¿Está en los mares y en los vendavales
escrito el secreto de la vida?
¿Está en la húmida tierra o en el cielo?
Dime tú dónde, o baja para siempre.
Cayó una flor sobre el espejo
y se marchitó con rara prontitud.
Se estrellaron las olas del océano
dentro de la botella abierta.
En el aire, un infierno,
y vuelan alto los ángeles con la respuesta.
¿Por qué no bajas, Señor?
¿De cuánto pecado estamos hablando?
Si te compro piedad, ¿aceptas?
¿Y si te vendo arrepentimiento?
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Sólo por el honor
dejar clavado un lucero
en el corazón de los hombres.
Exprimir las nubes suspendidas,
guardarlas en un cofrecillo
a veces
Ser océano de peces risueños
montaña de oro fino,
vendaval,
no importa,
tenue brisa.
Sólo por el honor, ser
Sólo por el honor abonar
la tierra
con semilla de versos.
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