¡¡Una acción urgente!!
Compañeras/ Compañeros Poetas:
La casa de Velintonia 3, Madrid, la Casa del Poeta
Vicente Aleixandre, nos llama solidarios y activos.
Una larga lucha de la Asociacion Amigos de Vicente
Aleixandre por otorgarle a la Casa la dimensiòn que
merece esta siendo maltratada, obstaculizada por el
gobierno de esa ciudad, mientras los politicos en
general miran para otra parte.
Sabemos què significa la casa del gran poeta español,
y cuànto puede respirar vivo con esas puertas
abiertas de par en par a la gente.
En una semana aparece una nueva revista Isla Negra
dedicada a Aleixandre y alli, entre otros materiales,
aparecerà el texto que sigue, acompañado por las
firmas de todos los poetas de latinoamerica y el
mundo que sientan como propia esta lucha que
desarrolla la AAVA arduamente..
Escribe Asunciòn desde la AAVA diciendo que:
" (el pasado jueves 29 enero) el presidente de la
AAVA, Alejandro Sanz, una vez concluido
el acto del descubrimiento de la placa en recuerdo
a Huidobro, increpó públicamente al alcalde por
seguir indiferente ante el abandono de
Velintonia. También repartió pegatinas
reivindicativas a los asistentes. Estamos empezando
a considerar la posibilidad de hacernos ver y oír
más en los actos oficiales, ya que parece que el
mero hecho de asistir en silencio con nuestras
pegatinas no surte ningún efecto."
Demos un apoyo solidario concreto, adhiriendo e
invitando a adherir a la iniciativa de salvar la casa
del poeta.
Tenemos pocos dìas, el pròximo domingo debemos
estar en circulaciòn con Isla Negra.
Asunto del mensaje: Salvemos la casa de
Vicente Aleixandre.
Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre
Salvemos la casa de Vicente Aleixandre
Salvemos la Casa de la Poesía
Historia de nuestra lucha
En marzo de 1995 un grupo de amigos iniciamos una importante campaña de protesta -encabezada por el poeta y crítico José Luis Cano- para denunciar el lamentable e incomprensible abandono que padecía el histórico inmueble de Velintonia 3 desde la muerte del poeta y premio Nobel Vicente Aleixandre, en 1984. En dicha campaña se recogieron más de un centenar de firmas de prestigiosos poetas e intelectuales.
Diez años después de nuestra protesta y en vista de
la persistente desidia institucional, decidimos
convocar, el 28 de marzo de 2005, una concentración
frente a la casa de Vicente Aleixandre (calle de
Vicente Aleixandre, 3, en Madrid) a la que acudieron
diversos personajes de la cultura de nuestro país.
Esta acción reivindicativa fue recogida en diversos
medios de comunicación y, durante unas semanas,
atrajo la atención del Ayuntamiento de Madrid, la
Comunidad de Madrid y el Ministerio de Cultura.
No obstante, en el pleno del Ayuntamiento, celebrado
el 30 de marzo de 2005, se rechazó la idea que
defendemos: adquirir el histórico inmueble para
transformarlo en sede de la futura Fundación Vicente
Aleixandre y en un centro de documentación y estudio
de la poesía española del siglo xx, o lo que es lo
mismo, en la Casa de la Poesía. La representante
del Grupo Popular admitió que si la casa se compraba
a partes iguales entre el Ayuntamiento (PP), la
Comunidad (PP) y el Ministerio de Cultura (PSOE),
ellos aceptarían. De esta forma se creó una comisión
encargada de negociar la compra del inmueble con los
respectivos herederos. Durante varios meses las
negociaciones fueron inexistentes, por lo que desde
la Asociación continuamos nuestras movilizaciones
frente a la casa, al tiempo que seguíamos dando a
conocer al mundo tan lamentable situación.
Entre los intelectuales que respondieron a nuestra
llamada se encuentra el poeta y premio Nobel irlandés,
Seamus Heaney, que nos envió una amable
carta de adhesión que debería haber avergonzado a
nuestros políticos.
Tras un par de reuniones informales de las tres
administraciones con los herederos, estos decidieron
poner en venta el chalet al comprobar la más que
evidente falta de voluntad política para salvarlo.
Desde entonces, el cartel de SE VENDE cuelga de
una de sus ventanas.
A pesar de ello, y aunque dichas administraciones
públicas decidieran romper unas negociaciones que
nunca existieron realmente, las concentraciones
frente al Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de
Madrid y la Comunidad se han mantenido de manera
puntual y se mantendrán en el tiempo, incluso si
Velintonia se pierde para siempre.
Uno de los actos más relevantes y emotivos
organizados por la Asociación de Amigos de Vicente
Aleixandre tuvo lugar el 15 de diciembre de 2007.
Por primera vez, después de veintitrés años de
silencio y abandono, la casa volvió a abrirse a la
poesía en un íntimo homenaje al poeta, con motivo
del año conmemorativo del 30.º aniversario de la
concesión del Premio Nobel, en el que numerosos
amigos, intelectuales, poetas, escritores y cantantes
leyeron poemas de Vicente.
El número XIX-XX de la revista El Ateneo de la
primavera de 2008 dedicó un monográfico a la figura
de Vicente Aleixandre donde se incluyeron textos y
fotografías inéditos del poeta. El artículo
"La soledad de Velintonia" relata la historia de
nuestra lucha desde sus inicios.
En 2009 se conmemora el 25.º aniversario del
fallecimiento del Nobel. Veinticinco años de olvido y
silencio que se reflejan en el estado actual de su casa
madrileña.
A día de hoy, Velintonia 3 sigue olvidada por las
administraciones públicas... y nosotros seguimos
luchando por salvarla.
Algunos textos sobre Velintonia
A lo largo de estos años muchos intelectuales han
escrito sobre la importancia de Velintonia 3 en la
historia cultural de nuestro país. Hemos escogido
algunos de estos textos a modo de muestrario.
La literatura sobre la casa de Vicente Aleixandre
es mucho más amplia:
Pere Gimferrer
Discurso de ingreso en la RAE (1985)
«[...] para bien de todos, espero y deseo que la casa
de Vicente se mantenga siempre, como en vida del
poeta y como ahora mismo, a título de perpetuado
monumento incólume a un gran escritor y a su
generación, del mismo modo que el carmen
granadino de Manuel de Falla, para instrucción,
ejemplo y goce de las generaciones futuras. Hago,
por si algún día llegase a ser necesario, público
llamamiento desde aquí en tal sentido a todos los
amigos de Vicente y de la literatura y a las instancias
públicas y privadas pertinentes para que así sea:
es una responsabilidad que hemos contraído, es algo
que a nosotros mismos nos debemos.»
Javier Marías
«De hacer honor a hacer desdén»
El País Semanal (2006)
«La atracción recíproca entre los políticos y los
escritores siempre ha constituido para mí un misterio.
Bueno, miento: que los primeros cortejen
ocasionalmente a los segundos no resulta tan raro.
A veces lo hacen para neutralizarlos (es difícil criticar
a alguien que ha estado encantador con uno), otras
para ponérselos como condecoraciones (si el autor
goza de gran prestigio o le acaban de dar el Nobel,
por ejemplo), otras para aparentar que son cultos y
que tienen amigos civilizados (y puede darse que sea
cierto, pero no a menudo). Lo que es un verdadero
enigma es que tantos escritores acudan con presteza
a las llamadas de los gobernantes y se crean sus bonitas
y huecas palabras. Desde García Márquez y Saramago
bailándole el agua a Fidel Castro, hasta el hoy
manoseado Günter Grass arrimando el hombro, en
su día, a la causa de Willy Brandt, la nómina presente
y pasada es tan extensa que antes acabaríamos si
mencionáramos sólo a quienes han procurado no
mezclarse con dirigentes, ni para halagarlos ni para
ser halagados por ellos. Por lo que yo he visto
personalmente, en esas aproximaciones suelen primar
dos elementos, la vanidad y la ingenuidad, y sólo en
tercer lugar el provecho. Muchos escritores han creído
con inocencia que podían influir en quienes mandan,
sin darse cuenta de que lo que el intelectual le diga
al poderoso, casi siempre le entra a éste por un oído
y le sale por otro antes de que acabe la conversación
entre ambos.
Uno de los autores que, sin ser grosero ni dado al
desplante, jamás frecuentó esas altas esferas fue el
poeta Vicente Aleixandre, a quien yo traté bastante
entre 1971 y su muerte en 1984. Recuerdo que cuando
le concedieron el Nobel, en 1977, le dio noventa
patadas, si no las cien de la frase, que se presentaran
corriendo en su casa algunos prebostes a felicitarlo
y a hacerse unas fotos en su compañía insigne
(entre ellos, si no me equivoco, el entonces Ministro
de Cultura, Pío Cabanillas Gallas). Y quizá le dio
muchas menos, pero alguna, la posterior presencia
de los Reyes de España en su chaletito de la calle
Velintonia. Don Juan Carlos le impuso en aquella
visita la Cruz de la Orden de Carlos III, y declaró:
“Es hora de hacer honor a nuestros poetas y a
nuestros intelectuales”. En una entrevista con el
galardonado que reprodujo este diario, Aleixandre,
al hablar de su casa natal en Sevilla, dijo: “Al parecer,
el General Franco pasó al principio de la Guerra por
Sevilla, y se quedó en esa casa, propiedad de una
señora sevillana. Y hace unos años el Ayuntamiento
puso una placa para recordar no el nacimiento mío,
sino las breves estancias del General. ‘Algún día
desaparecerá esa lápida’, me dicen en broma mis
amigos, ‘y pondrán una que te recuerde a ti’; yo no
necesito lápidas, pero cuando paso por allí me fastidia,
qué demonios … Después de todo, en esa casa nací yo”.
Ignoro si a día de hoy existirá en Sevilla esa placa que
le vaticinaban sus bienintencionados amigos, o si
seguirá la de Franco, o si convivirán las dos,
malamente. Lo que sí sé es que la “hora de hacer
honor”, según expresó el Rey, ya pasó en Madrid, y
ha sido relevada por la de hacer desdén, o casi
escarnio; porque la Asociación de Amigos del gran
poeta lleva años suplicando que se rescate aquella
casa de Velintonia por la que pasamos varias
generaciones de escritores y en la que siempre
encontramos palabras inteligentes y amables, y
sobre todo enseñanzas. Entre 1995 y 2005 esa
Asociación hizo más de una peregrinación
institucional sin éxito, hasta que el año pasado
convocó ante el chaletito una concentración de
reivindicación y protesta, que obtuvo algo de eco
durante unas semanas. Pero el Ayuntamiento de la
capital rechazó en un pleno la iniciativa de adquirir
la casa para convertirla en sede de una futura
Fundación Vicente Aleixandre y en un centro de
estudio de la poesía española del siglo XX. El Partido
Popular (con mayoría en el Ayuntamiento) dijo que,
si la compra se llevaba a efecto a partes iguales
entre la Alcaldía , la Comunidad de Madrid y el
Ministerio de Cultura, se daría vía libre al proyecto.
Año y medio después no ha habido noticias de
Gallardón, de Esperanza Aguirre ni de Carmen
Calvo, a cuyas respectivas instituciones les sale el
dinero por las orejas para megabelenes navideños
clónicos y demás chorradas. Hace una semana la
Asociación planeaba otra concentración, confío en
que esta vez sea escuchada.
Aleixandre no sólo fue un extraordinario poeta y
nuestro penúltimo Premio Nobel, sino también un
hombre discreto y recto, contra el que casi nadie
tuvo nada y sí mucho a favor la mayoría. Los políticos
de 1977 se volcaron en zalemas, y hasta le cambiaron
el nombre a su calle, en contra de su voluntad, para
llamarla con el suyo. El Ministro de Cultura y los
Reyes se molestaron en visitarlo, porque entonces,
sin duda, les reportaba beneficio hacerlo, aparte de
que sus sentimientos de admiración y respeto fueran
sinceros, es lo más probable. Pero Aleixandre lleva
muerto veintidós años y, a diferencia de su amigo
Lorca, no dejó parientes celosos de su memoria ni
combativos.. Hoy ningún político tiene nada tangible
que rascar en Velintonia, y así dejan que se pudra o
se venda a particulares. Mientras esa inolvidable
casa no se salve para la literatura, que el señor
Gallardón y las señoras Aguirre y Calvo no se
atrevan a pronunciar una palabra en favor de la
cultura, porque será falsa, indefectiblemente, y no
creída.»
Antonio Colinas
(1977)
«Pasará este día oscuro y húmedo que pesa sobre
los chopos y los abetos del Parque Metropolitano;
este día en el que las moles de Navacerrada -más
allá Miraflores, el puerto de la Morcuera y el delicioso
valle del Lozoya-, se borran y se confunden con la
distancia y la lluvia. Pasará también este rumor
nuestro de colmena, entre todos producido -el
reconocimiento noticiable y, en consecuencia,
perecedero- y la calle, y la casa con su jardín,
volverán a hablarnos, con naturalidad, de lo que
fueron, de lo que vieron.Se van las gentes, con la
noticia hecha ya historia, y pasa el mediodía, y la
tarde, y llega una noche despejada, fría y azul, sobre
las luces y los pinares de la Moncloa. Y el recuerdo y
las sombras del pasado desbordan el presente. Hay
un dintel que vio pasar a Lorca y un espacio que
supo de sus risas llenas de vida; un espacio que lo
vio pasar, por última vez, un día de 1936, camino de
la luz de Granada: una luz hermosa salpicada de
sangre. Y había quedado la casa, tras su partida,
turbada por una lectura de versos aún impublicados:
los Sonetos del amor oscuro, un poemario amoroso de
un tenso y desbordado contenido.»
Fernando Delgado
(2005)
«[...] Velintonia, gracias a la casa de Aleixandre, que
fue una verdadera casa de la poesía y de los poetas,
es el nombre de un lugar, de un espacio de la poesía
en el que fueron acogidas varias generaciones de poetas,
como muy bien ha recordado aquí Molina Foix. Allí se
encontraron Lorca y Cernuda, en sus jardines saltaba
como un chiquillo Miguel Hernández; ladraba Sirio,
el perro del poeta (tuvo varios con el mismo nombre);
con gran olfato para los versos, según Claudio
Rodríguez, ladraba a los malos poetas. No a la buena
gente de la poesía: José Hierro, Carlos Bousoño,
Leopoldo de Luis o el incondicional José Luis Cano,
siempre junto a Aleixandre. O Francisco Brines,
Jaime Gil de Biedma, el ya citado Molina Foix,
Luis Antonio de Villena, Antonio Colinas o Marcos
Ricardo Barnatán, por poner sólo algunos nombres,
entre los que no puede faltar el de su incondicional
Dámaso Alonso.»
«Salvar Velintonia»
El Mundo (2005)
«Si hay una palabra que concentre el espíritu de
aquella casa es la palabra cordialidad. El amigo
nuevo o el amigo veterano sentían esa ola cordial.
Y también se contagiaban del entusiasmo que
Aleixandre ponía en todas las cosas que le importaban.
Recuerdo que mis visitas acababan siempre con una
sensación de reconfortante aliento, animado por su
ejemplo de poeta grande.. Encima del sofá, había un
paisaje de un pintor de su tiempo, Eduardo Vicente,
y cerca de los ventanales que daban al jardín de atrás,
donde merodeaba siempre un perro llamado Sirio,
colgaba un alegre móvil de Calder. Mi mirada de
incipiente crítico de arte no podía dejar pasar la
presencia de un colorido dibujo de Miró, compañero
ideal de Calder, del que Aleixandre se enorgullecía.»
Vicente Aleixandre
Declaraciones a El País
(1984)
«En esta casa, desde la que le hablo a Ud., vivo yo desde
el año 1927. Siempre digo, como un recuerdo querido,
que a esta casa vine siendo un poeta inédito. Después,
en ella, he ido haciendo las cosas de mi vida a través
de los sucesivos años.
Esta casa tiene un pequeño jardincito, donde yo por
las mañanas, con un pequeño capote que tengo para
esto, paseo por el jardín y leo un largo rato. Entonces
aprovecho y cuido un cedro, no digamos pequeño,
porque es muy grande hoy día. Pero yo lo planté hace
ya 30 años, y este cedro es un arbolito que era de 30
centímetros cuando yo lo planté y hoy tiene una
cantidad de metros inmensa. Lo tenemos que podar
constantemente porque, si no, se come y derriba
la casa.»
Pablo Neruda
«¡Ay! mi ciudad perdida"
Memorial de isla negra
«Me gustaba Madrid y ya no puedo / verlo, no más,
ya nunca más, amarga / es la desesperada certidumbre /
como de haberse muerto uno también al tiempo / que
morían los míos, como si se me hubiera / ido a la
tumba la mitad del alma, / y allí yaciere entre llanuras
secas, / prisiones y presidios, / aquel tiempo anterior
cuando aún no tenía / sangre la flor, coágulos la luna. /
Me gustaba Madrid por arrabales, / por calles que caían
a Castilla [...] / mientras enderezaba mi vaga dirección /
hacia Cuatro Caminos, al número 3 / de la calle
Wellingtonia / en donde me esperaba / bajo dos ojos
con chispas azules / la sonrisa que nunca he vuelto a
ver / en el rostro / -plenilunio rosado- / de Vicente
Aleixandre / que dejé allí a vivir con sus ausentes.»
Sitio de la Asociación
de Amigos de Vicente Aleixandre